¿Habéis visto el anuncio de los pelochos?
Siempre pensé que están inspirados en mí. Y es que mi cabeza con el pelo "largo" es muy peculiar. Para poder peinarla necesito meterme debajo de la ducha. Pero no es suficiente con que meta la cabeza. Tengo que estar un buen rato porque mi pelo parece hidrófobo y el agua no entra a capas más profundas de mi cuero cabelludo.
Esto hay que añadirlo al hecho de que en los habituales días de viento y lluvia, se me encrespa más el pelo si cabe. Todo esto llega hasta tal punto que cuando decido hacer uso de la gomina -cosa que no me gusta mucho- todos me preguntan que cuándo me pelé. No me he pelado. Es mi pelo "aplacado"
Y ni que decir tiene que casi todo el mundo me aconseja ya un buen pelado. En Inglés y en español.
Conociendo las consecuencias de mis pelados, esperé a última hora de la tarde para ir. Así que antes, en el centro, me tomé...
... sí, habéis adivinado. Un chocolate calentito. Justo enfrente del Trinity College, en una cafetería cuyo nombre no recuerdo, pero de las de antaño, de madera por fuera y una peculiar manera de realizar un pedido.
Había que pedir y pagar en caja y luego el camarero nos buscaba donde estábamos sentados y nos traía el pedido. Ni que decir tiene que tuvimos que buscar sitio en el sótano y aún no tenemos ni idea de cómo nos encontró. Quizá porque Muñeco es muy llamativo.
Luego nos dirigimos a buscar una peluquería. Buscábamos un lugar cuyo precio fuese aceptable y "seguro". En la calle del mercado negro hay varias peluquerías, pero no dan a la calle, estaban al fondo de un pasillo y no nos sentíamos realmente seguros. El precio, 5 euros. Cruzamos O'Connell Street de nuevo y encontramos una peluquería con una interesante oferta: pelado en seco a caballeros a 7 €, pero sólo los lunes, martes y miércoles. Aprovechando tal circunstancia, allí que fuimos. Era amplia, y con muchos clientes (mi hermano Jesús usa un truco similar para los restaurantes)
Corte de pelo con maquinilla por abajo y a tijera por arriba. Un buen rato para pelar esta enoorme cabeza y un montón de pelo negro y rizado por el suelo. Muy bien todo y muy curioso el hecho de que usaban un secador de pelo para retirar el vello que había caído por mi cara.
De modo que así de fresquito encaramos estos días... No tardaríamos en arrepentirnos, pero eso es ya otra historia.
Un abrazo.
Conociendo las consecuencias de mis pelados, esperé a última hora de la tarde para ir. Así que antes, en el centro, me tomé...
... sí, habéis adivinado. Un chocolate calentito. Justo enfrente del Trinity College, en una cafetería cuyo nombre no recuerdo, pero de las de antaño, de madera por fuera y una peculiar manera de realizar un pedido.
Había que pedir y pagar en caja y luego el camarero nos buscaba donde estábamos sentados y nos traía el pedido. Ni que decir tiene que tuvimos que buscar sitio en el sótano y aún no tenemos ni idea de cómo nos encontró. Quizá porque Muñeco es muy llamativo.
Con el chocolate, ponían un pequeño aperitivo dulce. No, Muñeco no es, es el trozo de brownie casero y delicioso que hay al lado de la taza.
Corte de pelo con maquinilla por abajo y a tijera por arriba. Un buen rato para pelar esta enoorme cabeza y un montón de pelo negro y rizado por el suelo. Muy bien todo y muy curioso el hecho de que usaban un secador de pelo para retirar el vello que había caído por mi cara.
De modo que así de fresquito encaramos estos días... No tardaríamos en arrepentirnos, pero eso es ya otra historia.
Un abrazo.
Ja ja. Me ha encantado esta entrada. Pero deberías de haber colgado fotos del antes y después... O no haberte pelao y haber llegado a Ecija super pelocho... Ja ja... Q puntazo! Irene
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