Ahí tenéis el nombre de la academia a la que asistimos para aprender Inglés.
Bueno, la noche ha sido pacífica, estamos demasiado calentitos dentro y cuando salimos, plaf! bofetón de frío. Afortunadamente cuento con millones de capa, cuan cebolla, para luchar contra la temperatura... No obstante, el sol brilla en el cielo, aunque no con la fuerza que lo hace en la Península Ibérica.
La primera hora de la mañana fue estresante. Pensaba que llegaba tarde, así que nos dimos toda la prisa que pudimos. Llegamos los primeros. Afortunadamente, la academia estaba abierta.
En nuestra clase, sólo somos cuatro alumnos. Estamos todo el tiempo practicando el inglés, hablando, hablando, hablando, hablando y, ¿he dicho que hablamos? Creo que es lo mejor que podemos hacer.
El curso es de 9 a 1 con dos (sí, dos) pausas. Por cierto, probé el café de una máquina expendedora de por aquí y... NUNCA MÁS. Comeré fruta, aunque al precio que está es casi casi un lujo.
La academia se sitúa en Grafton Street, una calle comercial muy conocida en la ciudad y de las más caras del mundo. Es una calle peatonal, llena de gente y, por ende, con músicos, floristas, artistas callejeros... Con el buen tiempo, es una delicia pasear por ella.
Al final de Grafton Street se sitúa el parque de St. Stephen's Green (en Internet se encuentra escrito como St. Stephen o St Stephen's, para los más puritanos del Inglés). Es un pulmón verde en pleno corazón de la ciudad. Ideal para pasear, recostarse en el césped, disfrutar del paisaje, relajarse... siempre y cuando el tiempo lo permita, claro está.
De camino hacia este parque, encontramos una tienda para comprar los bocatas. 2€ el bocata de pollo con lechuga y tomate es un buen precio, pero no asequible para todos los días y, como si de caracoles nos tratásemos, buscamos un sitio donde el sol nos calentara un poquito y protegidos de la suave pero helada brisa.
Mira qué agustito estoy en el Templete del parque St. Stephen's Green.
A los cisnes no les gustamos los muñecos, ¿verdad?
Nos gustaría volver a visitar el parque, ya que nuestra breve estancia allí fue meramente fortuita, buscando un rayo de sol y un lugar apacible para almorzar. No obstante, pudimos ver el templete, el lago con cisnes, patos, y algunas cosas más.
Saliendo del parque, y desandando nuestro camino nos dirigmos a otra calle comercial, de precios más asequibles con una Galería Comercial, donde se situaban el Pennys (Primark para los ibéricos) y Tesco, supermercado tipo Carrefour donde compramos los víveres semanales.
Fue una larga jornada, intensa, con mucha caminata. Pero mereció la pena.
De regreso a casa, tras hablar con Arturo y enseñarle vía Skype que Muñeco y yo estábamos perfectamente bien, una ducha relajante y una opípara cena en buena compañía, volvimos a la habitación a prepararnos para un nuevo día.
Mañana:
Muñeco conoce a Molly Malone y a Oscar Wilde.
Muñeco, sigue escribiendo tus aventuras, que yo no me las pierdo. Saludines.
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