jueves, 21 de febrero de 2013

Día 4. Lost in Dublin (de verdad).

Como era de esperar, ayer nos perdimos. Mucho hemos tardado, teniendo en cuenta lo despistado que soy para estas cosas y el poco sentido de la orientación que tengo. Pero no os preocupéis, que estamos sanos y salvos, sin ningún rasguño y con una curiosa anécdota.

Pero el día comienza por la mañana. Más gris y fría que de costumbre, si no recuerdo mal, la temperatura máxima de 3ºC. Menos mal que cuento con camisetas térmicas que se notan. Claro que olvidé los guantes y el gorro, con esto de que saqué la mochila donde los traía.

En el autobús viajan con nosotros las mismas personas. Ya hay algunas caras que nos suenan, y otras que se transforman en el viaje, ya que aprovechan el mismo para maquillarse o terminar de peinarse. El viaje es de una media hora y durante el trayecto, el cristal se torna translúcido por el vaho, razón por la que solemos ponernos en la parte delantera para divisar las vistas de nuestro camino habitual.

Cualquiera que viese a Muñeco aquí viajando, diría que estamos un poco locos. Razón no le falta.

En la escuela todo bien, como ya es habitual. Un almuerzo rápido y a recorrer los puentes del río Liffey.

Hay bastantes, y eso nos ha sorprendido gratamente. No hay que andar grandes distancias para cruzar de un lado al otro del río y cada puente tiene su pequeña historia.

Comentamos aquí dos de ellos y aunque son los primeros, no por ello son más relevantes. Sólo es por comodidad nuestra y para no cansaros de tanto leer.

Half Penny Bridge (Ha'Penny Bridge). Debe su nombre al precio que había que pagar para cruzarlo (medio penique) y se sitúa a la altura de Temple Bar, famoso por su arquitectura antigua. Es un puente peatonal donde podemos encontrar los típicos candados de los enamorados. Fue reparado en 2001 por una empresa de Irlanda del Norte, famosa por ser la empresa que construyó el Titanic. 

Muñeco no quiso hacerse la foto EN EL PUENTE, no sea que fuese a hundirse. De modo que el Ha'Penny es el del fondo.

Half Penny Bridge desde más cerca.

Grattan Bridge: Este puente, abierto al tráfico y une la Capel Street y Parliament Street. Este es el puente que hay que atravesar para visitar Dublin Castle. Sí, también lo cruzamos para visitar ambas orillas. Cualquiera que nos viera diría que estábamos como perdidos. Aún no era así.

Terminamos nuestra ruta turística y decidimos conocer un poco el barrio de nuestros amigos. Resulta que tienen cerca un parque, un centro comercial  con supermercados, tiendas de ropa, etc. Por cierto, que aquí abundan los Primark (o Pennys). Tomamos un café en McDonalds (quién lo diría, pero el modo ahorrador está encendido)

Muñeco aprovechó para descansar en este rótulo del parque McAuley. Fue listo.

Y la vuelta la emprendimos nosotros solos. El resto de compañeros se quedaron por allí, en sus casas. MALA IDEA. Cogí la dirección equivocada y tras un rato andando, pregunté a un señor mayor. He de decir que no me importó perderme, pues era de día y temprano. La anécdota: El señor mayor fue muy amable y me acompañó hasta casi mi destino final, hablándome sobre sus problemas de salud, viajes y el tiempo. (Esto es lo que yo llamo aprovechar cualquier oportunidad). Me dijo que prefería acompañarme a irse a casa a comer con sus gatos :D.

De modo que, tras una caminata de casi una hora, llegué al confort del hogar a comenzar la rutina nocturna. Cena (arroz tandoori masala y apple crumble), ducha, teléfono, lectura, blog... y recuperar fuerzas para mañana.

Aprovechamos para mandar un saludo especial a Juan "el Pelúo", que ha sido el primero en dejarnos un comentario en el blog. 

Mañana: Muñeco se convierte en una obra de arte de la National Gallery of Ireland.

Un abrazo a todos.
Muñeco y yo.



3 comentarios:

  1. Oyeee!Yo también lo leo, ¡pero no sabia que se podian dejar comentarios!! Hay muñeco muñeco que espabilado eres. Como bien dice Juan (el peluo) sigue escribiendo entradas en el blog ,que yo las leo todos los días.
    Un saludo desde tierras lejanas.

    Mafalda

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  2. Anda anda que vergüenza... perderte al 4º día... ¡yo me hubiera perdido el primer dia!

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  3. El primer día me perdí. En la casa. Subí con las maletas, cansado y despistado, a la habitación, y me esperaban para tomar un sandwich. Cuando volví a mi habitación, como todas las puertas son iguales y siempre están cerradas, no sabía cuál era la mía.

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