Día 14. Un rayo de sol oh, oh, oh...

Estimados todos.

Hoy el día ha amanecido con un sol radiante, brillando en el cielo (al menos brillaba con toda la intensidad con la que puede brillar por estas latitudes)

Aún seguíamos un poco tristes esta mañana, más el Astro Rey, símbolo de nuestro pueblo, nos iluminó y cargó algo nuestras energías. (Bueno, esto y que Davi me mandara fotos de lo espectacular que iba a la boca y lo guapísimo que iba mi niño)

Muñeco mira melancólico por la ventana y, como si de un panel solar se tratase, sale de allí pletórico de energía.

Así que con demasiada antelación nos dirigimos a la estación del DART de Raheny. Y decimos demasiada porque muñeco y yo salimos con algo más de una hora a la que íbamos a tomar dicho tren, haciendo caso de las indicaciones de Google (20 minutos). Tardamos menos de cinco minutos en llegar. Así que dimos una vuelta por los alrededores de la estación, aunque hablaremos de Raheny con más profundidad cuando lo conozcamos.

Nada, durante nuestra breve excursión, aprovechamos para estudiar Inglés, y es que para aprovechar los tiempos de espera y de viaje en bus, nos hemos descargado unos audios estupendos de vocabulario en Inglés, que para eso estamos aquí, para aprender.

Menos mal que el sol calentaba un poquito, porque con eso de no perdernos mucho de la estación, estuvimos en el andén casi un cuarto de hora, tiempo suficiente para escuchar todas las pistas de vocabulario.

Muñeco y yo esperamos el tren. 

Y menos mal que Malahide era la última estación, porque como charlábamos animadamente, ni Muñeco ni no, que se supone que deberíamos de haber estados atentos a las estaciones, nos dimos cuenta de que habíamos llegado.

¿Qué decir de Malahide para no aburriros? Es un pueblo costero (parece que le hemos cogido afición a esto de los pueblos costeos) a 16 kilómetros de Dublín, conocido por su castillo (de nombre Malahide Castle, qué original) y por su mercado del Sábado. También parecía muy tranquilo.

Pues nada, cruzamos la carretera y accedimos al recinto de Malahide Castle a través de su... parking. También le hemos cogido el gusto a entrar a los sitios por las puertas traseras o laterales. Cruzamos un campo de juegos para niños (rugby y otro que no sabemos). Recorrimos un camino de albero pero encantador, rodeado de arboleda, peatonal... Llegamos a una plazoleta con la abadía (en ruinas) y frente a ésta, un pequeño centro comercial, con mucho encanto, artículos originales, mucha comida buena y a buen precio (sí, apretaba el hambre). Continuamos entre caminos verdes y vimos un pequeño torreón. Nos preguntábamos si ese era el castillo, pero dudábamos porque en la foto parecía más grande.

Sí, ese era el castillo. Pequeño, coqueto y por dentro, probablemente, decorado con un gusto exquisito. No entramos porque teníamos más cosas que ver.

Chicos, os presento mi chalet de verano.

Vuelta al pueblo y sin una parada para comer (no es por nada, pero el hambre apretaba) buscamos el mercado. Nos imaginábamos un mercadillo como los de España, aunque conforme nos acercábamos al sitio,  nos decantamos más por una típica Plaza de Abastos. Nos acercamos más a esta última opción, pero más mucho más pequeño. Era una sucesión de mesas con productos más bien artesanales o de segunda mano: pasteles, tartas de golosinas, ropa de lana...

Ahora tocaba paseo por la playita, no sin antes una parada para que no muriesen de inanición nuestros compañeros que aún no habían tomado bocado (y no habían traído el sándwich de casa). Así que nos paramos en una plazuela con la Amonita de Malahide, la entidad femenida del mar con una concha, una amonita, entre sus manos. No, no hay fotos. La Amonita se llegó a rodear de gente un poco peculiar... 

Y en el estuario, tengo mi barquito, por si mi castillo os parece poco.

El paseo junto al estuario desembocó al Mar Irlandés (Irish Sea). El tiempo había cambiado, las nubes volvían a cubrir el cielo. Este tiempo es más típico de Irlanda.

Menos mal que veníamos abrigados, porque de lo contrario, podríamos habernos acatarrado... ¿o no? Antes de tomar el tren de nuevo, parada obligatoria en una cafetería.

Y hasta aquí... ¡No, que aún queda más! Volvimos de nuevo andando a casa por una ruta diferente (llamadnos arriesgados) para terminar de cambiarnos de habitación. Yuju! Además de la comodidad de una cama grande, un ropero grande, una estantería grande, un cuarto de baño de uso exclusivo grande, tenemos también una tele pequeña.

Una cenita a base de ensalada con tomates cherry, lasaña de carne y... patatas, de postre un bizcocho de chocolate y nata y a estrenar el nuevo baño. 

Tras toda esta rutina, llega la mejor parte del día, la parte del Skype. Hablé con Davinia, videollamada con mis padres, llamada con Arturo y videollamada con Davinia y Arturo. Este quería que le pusiese un vídeo de mi móvil y se lo enseñase a través de la webcam. Luego se lo envié por whatssapp a Davinia y quería que lo viésemos los dos juntos. Este niño es un encanto.

Así, como el que no quiere la cosa, acaba el día. Y es que, aunque a veces el Sol parezca oculto entre un denso mar de nubes, siempre deja escapar un rayito para que sepamos que siempre sale al día siguiente. (Esta es una frase que una prima mía escribió en una dedicatoria y me cautivó)

El Sol, santo y seña de Écija, se dejó ver a lo largo del día.

Aprovechamos para mandar un saludito muy especial a Juanma y Mari Valle, que están tooodos los días con Arturo. He visto fotos de mi hijo entre ellos dos, escuchando el fútbol con uno de los auriculares, fotos de Arturo y Juanma a primera hora de la mañana, en la cama de su tío... Un abrazo muy grande!

Mañana: ups! pues no lo sé, porque hoy he escrito el blog el mismo día (ya sabéis que lo hacemos con un día de retraso) y aún no sé qué haremos mañana. Bueno, mañana Muñeco se va de parranda. No, no, mejor, mañana unos extraterrestres secuestran a Muñeco. Eso no es creíble... Dejadnos pensar.

Un saludito a todos.

Muñeco y yo.