Sobran las palabras, estimados seguidores, para justificar nuestra ausencia de ayer. Afortunadamente, en nuestro caso sólo supuso la retirada de los muebles de la planta inferior, colocar el tablón y movilizar a la familia para estar atentos por si algo sucedía. Todo este movimiento raro e inusual asustó a nuestro pequeño, Arturo, que no quería separarse de su madre.
Pero desafortunadamente, nuestra cochera se ha vuelto a inundar. Y no sólo la cochera, el trastero también. No han corrido tanta suerte una gran cantidad de afectados en nuestra localidad de origen, que está a merced de que alguien decida por fin asumir las competencias y solucionar lo que antaño eran promesas electorales y que nunca se llevan a cabo.
Ayer se convocó una manifestación en protesta por las inundaciones y parece que la respuesta no ha sido masiva. Y es fácil adivinar el porqué, ya que calles que antes no se habían visto rodeadas de agua, sufrieron ayer esta desagradable visita.
Por nuestra parte, estuvimos pendientes de la altura del río hasta que nuestro cansancio nos venció. Me quedé dormido sentado en la cama, con el portátil en el regazo y con el subsiguiente dolor de cuello que tenía esta mañana.
A pesar de la tristeza y pesadumbre de estos días, debemos recordar que este blog es para Arturo, para su disfrute, y debemos volver a relatar nuestra aventura, que a día de hoy, se torna oscura y misteriosa.
La noche del domingo al lunes transcurrió con normalidad, o al menos eso creíamos. Como era habitual, al levantarnos, abrimos la persiana de nuestra habitación. Sería el sueño, la costumbre de ver el mismo paisaje o las prisas, que no nos percatamos del aspecto inusual que presentaba. Volvíamos del baño y, al entrar por la puerta (justo frente a la ventana) fue esto lo que nos encontramos:
Muñeco, calentito, observa cómo el techo del coche de Ger cambió de color: pasó de negro a blanco.
Esas manchas blancas por la calle son de nieve.
Bueno, vale. Visto así no parece tan espectacular, pero no olvidéis que el ángulo de visión de nuestra cámara no es tan abierto como el nuestro, lo que le resta fuerza a la foto.
Os podéis imaginar el frío, ¿verdad? Pues hacía más todavía, porque ya sabéis que la sensación térmica debido al gélido viento es menor que la temperatura real. Pues nada, a disfrazarse de cebolla para salir a la calle.
Ya hemos cogido el truco a los horarios de los autobuses y afortunadamente no esperamos mucho. El viaje, al contrario de lo que pensábamos, fue de lo más normal. Y es que habíamos leído que la nieve colapsaba la ciudad, pero aunque a nosotros nos haya parecido sorprendente, esto no es una nevada.
¿Recordáis la entrada de la vida cambiante? Hoy tocaba comenzar en una nueva clase, nuevo profesor y nueva gente (al menos casi toda) Desde que finalizáramos nuestras clases en el nivel Avanzado, y a la falta de nuevos alumnos, nos pasaron al nivel inmediatamente inferior. Ahora estamos con una clase llena de jóvenes adolescentes, una chica brasileña, un coreano, Ainara, una compañera española y nosotros.
La mecánica que sigue nuestra nueva profesora, Laura, es distinta a la que estábamos acostumbrados, centrándose más en gramática, idioms y vocabulario. Pero siempre hay cosas que recordar o aprender.
Durante el descanso fuimos a por un café, luchando con una copiosa nevada que caía. Al menos volvimos con las manos calentitas por el café e incluso nos tiramos la nieve que se había depositado en la cabina telefónica.
El almuerzo fue en la cantina, como antaño. Tras éste, fuimos con Álex, que tomó el lunch más tarde, sentado en un banco y con un tímido sol haciéndonos compañía. Como Álex salía con una hora de adelanto respecto a su hora habitual, nos fuimos a Artane a tomar un chocolate calentito.
Volvimos a casa. Decir que hacía frío, pero como solemos caminar a buen ritmo, no lo notamos.
Rutina nocturna y a intentar dormir (tras enviar más de 50 CV)
Vaya nuestro saludo más cordial para todos los ecijanos y no ecijanos, que ayer teníamos el alma en vilo.
Mañana: Lo que un magnate y muchimillonario Irlandés-Americano hizo con su fortuna.
Un abrazo fuerte.
Muñeco y yo.
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