Día 17. Mi suerte = sen 2x

Hola. Ayer me quedé dormido con las gafas. En una de estas, escuché un click. Sí, se me ha salido un cristal, pero lo he podido arreglar. No del todo, pero algo es algo. Y hoy me he levantado con una pequeña molestia en la garganta. Será la gripe española que nos está afectando a todos. Jajaja! Mínimo.

El desayuno fue como siempre, sólo que sustituí la mermelada de fresa (strawberry) por la de arándanos (blueberry)... qué de cambios! Nuestra "suerte" parecía sonreirnos al no tener que esperar nada al autobús, ya que llegamos a la vez a la parada. Nada de esperar bajo el "sol" irlandés. Además, el autobús tenía WiFi (sí, un autobús con WiFi). Máximo.

Durante el almuerzo solitario intentamos establecer comunicación con nuestra familia por Skype, pero no funcionó. Tras pasear alegremente bajo la agradable y fría brisa vespertina, volvimos a Swan, como parte del soporte técnico para una importante entrevista. Tuvieron que postponerla. Mínimo.

Durante el trayecto hasta encontrarnos con Alejandro, nos comunicaron una noticia de las prácticas, pero como no es oficial, no hablaremos de ella. Lo cierto es que esto supuso un mínimo absoluto (aunque la función sen 2x no los tenga).

Aprovechamos que habíamos quedado a las cinco con Álex para ir a comprar víveres. Nos pasamos por otro de los centro comerciales de por aquí y, adivinad qué encontramos...

Muñeco con unos amigos coloridos y alegres.

Tras comprar tres tarjetas, llegamos al "mercado negro" y es que en el lateral de esta galería comercial, hay pequeños kioscos instalados donde puedes adquirir fruta a buen precio (seis manzanas a un euro, ocho tomates a un euro) o flores. Pensábamos que esta fruta se conseguía de manera poco lícita, y no podíamos estar más equivocados. La mercancía es legal. La cuestión es que tú no puedes cogerla, te la dan los vendedores algo arrogantes. Además, intentamos pagar con monedas de cincuenta, veinte y diez céntimos y no lo quisieron aceptar. Menos mal que llevábamos monedas de euro.

 Este pequeño mercado da una nota de color a las grises calles de Dublín.

Ocho de esos tomates son nuestros. Muñeco está enfadado por salir desenfocado en la foto.

Finalmente, nos dirigimos al Trinity College a encontrarnos con Alejandro. Durante le espera, aprovechamos para pasar por debajo del Campanille, que veis en la foto que sigue.

 Se dice, se rumorea, que los estudiantes evitan pasar por debajo porque les trae mala suerte en los exámenes. Como nosotros no tenemos que hacer ninguno...

Se siente el rey del mundo, sentado en un huevo, bajo el arco del Campanille.

Muñeco en la Bola Dorada, que tiene una interesante y curiosa historia, que nos reservamos para episodios futuros.

Tras que Alejandro nos encontrara a nosotros, fuimos con él a una tienda de electrónica y luego tocó caminata.

La comida, deliciosa, pasta con carne y verduras, sin nada de grasa, para cuidar la línea.

La noche acaba... mal. Si bien no hemos tenido más molestias en todo el día en la garganta, casi no hablamos con Davinia. Nos dormimos con la desazón de haber escuchado el llanto que desesperaba a Davi de un Arturo algo cabezota y saber que de la misma impotencia contenida de éste, había llegado a vomitar. 

Mañana: How to make a rock star.

Aprovechamos para mandar un saludo a nuestra prima Yoli, que ha aprobado (entre otras) las Matemáticas que estuvo repasando con nosotros; y a Álvaro, su sobrino, que cumple 2 años hoy.

Muñeco y yo os enviamos un húmedo abrazo (por eso de que está lloviendo)