Estimados todos.
Pues aquí estamos de nuevo. Otro día, otra aventura. Y es que, como decimos, aunque recorramos mil veces la ciudad, siempre encontramos algo distinto. Y aunque volvamos a los mismos sitios, siempre resulta tan encantador como la primera vez. Y no, no lo decimos porque hoy ha sido la tercera vez que hemos visitado la Science Gallery, que al paso que vamos (si no me mudo) me van a hacer miembro honorífico.
En fin, la mañana comienza tarde. Hoy se celebraba el día de la Madre en Irlanda. Y mi host-family se marchó a cenar. Torpe de nosotros, que estábamos haciendo tiempo para no despertar a nadie -que los fines de semanas suelen dormir más, por aquello de que durante la semana madrugan- y casi nos quedamos sin desayunar.
En el centro aún quedaban resquicios de gente vendiendo ramos de flores, para los más rezagados, tarjetas y bombones. Estaba colorido. Húmedo y frío, pero colorido.
Muñeco con un bello paisaje de fondo en pleno centro.
Nada, aprovechamos para saludar a nuestro amigo James Joyce y, mientras esperábamos a Alex, teníamos una búsqueda pendiente, algo así como una caza de brujas.
Y es que, ¿recordáis que al lado del Ha'Penny había un monumento algo singular que no encontrábamos? Pues sí, allí estaba. Cruzando la calle, justo al lado del Ha'Penny. Es que somos un poco catetillos y no miramos bien.
Este monumento se sitúa en un banco (quizá eso nos despitó) y representa a dos mujeres charlando, con sus compras en el suelo. Como esta bocacalle es muy concurrida, el monumento en cuestión está medio oculto...
El monumento en cuestión no es pequeño. No tenemos excusa.
¿Veis lo cerquita que estaban del famoso puente? Nosotros no.
Por cierto, que como cabía esperar, este monumento también tiene su mote, pero por aquello de que es el Día de la Madre, no lo pondremos.
Andaba el día más fresquito, cuando nos fuimos a almorzar a un sitio con WiFi para poder hablar con la familia. Así hicimos. Y también recibimos fotos de Arturo y Jesuli, Arturo besando a Jesuli, Jesuli durmiendo en el regazo de Davinia...
Llegada la hora, nos reunimos con Álex. Su compañía siempre es amena y agradable. Ayer fue algo más divertida de lo habitual.
Decidimos ir al Science Gallery donde hice de breve maestro de ceremonias. Hasta que se impresionó un poco por un vídeo donde se conectaba un corazón a un circuito que era recorrido por sangre. No sé si se impresionó por la sangre o por ver cómo el corazón latía al paso del flujo sanguíneo, sin trampas ni cartón. Pero eso sí, se impresionó por ver el vídeo y no el corazón latiente (que no estaba). Es muy aprehensivo.
Luego, para que el cuerpo entrase en calor, buscamos una cafetería (a tomar chocolate como de costumbre jajaja) no sin antes pasarnos por Tesco a cargar el móvil.
Permitidnos hacer una retrospectiva temporal: el primer día adquirimos por un módico precio un móvil irlandés con su correspondiente SIM irlandesa. Cuando le dijimos al dependiente que queríamos "to charge" el móvil, nos miró con cara extrañado. Probablemente se preguntaría que de dónde había salido este tipo loco, cuya nariz no pasa desapercibida, con un Muñeco a modo de llavero y que quería cargar el móvil, pero cargar de batería. Recargar el móvil es "top up". Primera catetada.
Ni que decir tiene que me fui a una compañía distinta al resto de compañeros, más cara, y sin poder llamar gratuitamente a los otros móviles de la compañía rival. Segunda catetada.
Ayer le tocó el turno a Álex. Quería cargar su móvil, así que guardamos cola. Cuando era su turno, le dijo amablemente y en Inglés, que quería cargar el móvil. Mientras la cajera extendía el ticket y cobraba, Álex esperaba, móvil en mano, para que la cajera hiciese una recarga, comprobando el número... Las cosas son distintas en Dublín, porque aquí, como también sucederá en España, ya no necesitan el teléfono. Te dan el ticket con un código (Voucher number) para realizarlo tú de manera automática.
Antes de volver a casa, tocó repaso a la tienda de libros Eason, de la que nos invitaron a abandonar porque cerraban. Y yo que creía que el amable señor venía a decirme el precio de los folios, que no lo encontraba. Y es que somos de pueblo y, a veces, nos preguntamos qué se nos ha perdido en Dublín.
En casa, cenamos pasta con pollo (sí, pollo, no era caballo), duchita, teléfono, lectura y a dormir.
Mañana: la tempestad nos azota.
Aprovechamos, como no podía ser de otra manera, para enviar nuestro saludo de hoy a Álex, que nos sugirió esta entrada. Aquí la tienes, amigo.
Un afectuoso abrazo.
Muñeco y yo.
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