lunes, 18 de marzo de 2013

Día 29. St Patrick parade

Llega el día grande. 

Y allí vamos nosotros, ataviados con nuestra pajarita. No tan temprano como esperábamos, pero nada, con tiempo suficiente.

Primer patinazo: el autobús se va en nuestras narices. Oh, sorpresa! Una mujer mayor, un minuto después, se acerca a nosotros y nos ameniza la espera con una larga conversación, recomendaciones turísticas y un consejo muy importante: abandona la ciudad cuando acabe el festival. Además, pasado un buen rato, nos dio información privilegiada: el autobús se encontraba a dos paradas. Efectivamente, poco después el autobús hacía su triunfal entrada.

Subiendo al mismo, me deseó mucha suerte en mi estancia en Irlanda y que tuviera un gran día. Lo repitió al bajarnos, porque acabamos sentados uno detrás del otro. En serio, una señora muy amable, educada y que me sirvió de auxiliar de conversación. Hay que hacer amigos donde se pueda!

Bueno, casi de los primeros en llegar y ante el reiterado aviso sobre la peligrosidad que entrañaba la ciudad, decidimos dejar el móvil en casa. El que tiene Whatsapp. Segundo patinazo. Nos dejó casi incomunicados.

Y allá que nos fuimos, recorriendo la ciudad en busca de un huequecito para ver algo. Imposible. Totalmente imposible. Lo que no estaba ocupado por filas y filas de curiosos espectadores estaba vallado y con una malla negra que impedía ver qué sucedía al otro lado.

En general, vimos cabezas y cabezas. 

La mayoría con sombreros verde.

Tras encontrarnos con nuestros amigos (iban apareciendo de uno en uno), desistimos de la idea de ver el desfile. Aida sugirió ir a la catedral de San Patricio para ver allí la cabalgata. Yo la disuadí, argumentando que había llegado hasta ChristChurch Cathedral y estaba lleno de gente. Último e imperdonable patinazo. Estaba desierto, según me he enterado hoy.

Bueno, nos quedamos con el sabor dulce de ver un jersegigante:


Un barco


Una ballena, un mono bailongo, la cabeza de un dragón...

Terminada la fiesta y tras una maratoniana sesión de fotos con Molly Malone (que este día aguantó carros y carretas), ahora sí que nos reunimos tooodos (excepto María Patatuela) los que por allí anduvimos. A comer fish & ships a un sitio muy tranquilo y espacioso, donde el guarda de seguridad es amable. No nos dejó ni entrar al baño tranquilos. Y eso que habíamos consumido en el local.

Junto a este fish & chips nada recomendable, había un pub. Contrariamente a lo que se nos había dicho, nos quedamos aquí. 


Una música local y autóctona realmente buena. Música en vivo y voces en vivo. Buena gente. Una combinación ideal, salvo porque teníamos los pies congelados y la cara ardiendo.

Así que, a una hora muy muy prudente, volvimos a casa. Nos habían pedido el favor de volver pronto porque habría visita en casa. Además, creemos que estábamos acusando el cansancio de este mes con una fiebre que nos ha acompañado durante la semana de manera débil y muy intensa durante hoy.

Mañana: El día en blanco.

Un abrazo. Muñeco y yo.

PD: Olvidábamos esta foto, también del día del desfile pero ANTES del mismo.
Muñeco, la bola azul, mi pajarita verde y yo. Curiosa combinación. Luego cambiaría la pajarita por un sombrero, barba postiza incluída. 


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